martes, 24 de junio de 2008

Inventando nuevos payamundos (2da clase de clown)

A Mandarina le encanta volver.
Otro lunes de colores y las ganas de jugar de todos.
El Dr. Henry bonucleotido, un nuevo amigo.
Y mandarina, desde la mañana tiene ganas de tener pronto un estetoflorio.
Correr, y en el stop, bailar zapateo americano o danzas arabes.
Caminar y hacernos mimos ràpidos o pelearnos en cámara lenta.
Pasar del golpe a la caricia.
Esquivar abrazos y reconstruirlos después, para recomponer todas las sonrisas.
La energía, la conexión, la mirada, y los aplausos. (una ronda redonda)
Los dos mundos opuestos, la línea divisoria.
El degradé de sentimientos.
De la valentía a la cobardía.
De despiertos a dormidos.
De alegres a tristes.
Del amor, al odio.
Disociar, explotar, sentir, transformar.
A mandarina, cuando se pone triste, se le ponen los piés al revés.
El mago firulé y su ayudante Mandarina. Ella admirada, el un tanto distante.
La cajita amarilla con endorfinas adentro, pero Firulé no sabe y tiene que usar su magia para adivinar. Mandarina se rie a carcajadas para disimular y ayudarlo un poco. Firulé piensa en cosas que vuelan, y cuando empieza a tirar endorfinas, Mandarina no puede disimular la alegría y la sorpresa, y el público aplaude emocionado.
Los diferentes magos, los diferentes asistentes, los diferentes clowns.
Más tarde, tres payamédicos entran a una habitación donde alguien les pide que se vayan.
Mandarina, Aquiles y la minipayasa demoran con tropezones en cadena, limpiandose la ropa y resolviendo problemas de frenos, y así logran varias sonrisas antes de irse.
Los otros 3 payamedicos juegan con un buenetín pesado, atascado, y vuelan un rato por el espacio, dejandonos muchas sonrisas.
Stops, quince pasitos y un payabrazo colectivo.
Mientras Mandarina va a dormirse, yo pienso como llamarla cuando por fin vayamos juntas al hospital...

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