martes, 14 de octubre de 2008

Mi, me, conmigo

(y descubrís que amor es mas que una noche y juntos ver amanecer)

Me imagino recostada en el hombro de la luna. Quizás desde arriba sea más fácil conversar con ella.

No me reconozco en la tristeza. Me cuesta volver a buscarme en ese mundo, porque siento que en esos pasillos ya no hay espejos que me reflejen.
Y no, los espejos no son los mismos que los que me nombraban en hojas viejas, que hoy crujen solo como un recuerdo de alguien que fui allá lejos, y hace demasiado tiempo.
Pero en esta otra, también existen los días nublados, las incertidumbres, las preguntas sin demasiadas respuestas. Algo de todo eso también soy yo.

La ausencia, la soledad, dormir cucharita, querer y no poder. Poder y no querer. Tener miedo, tener sueño, estar cansada, estar incomoda, triste, extraña.
Hace rato que algo no me dejaba muda. Hace unos días, Vitalino le dijo a mandarina que estaba enamorado. Y ella, por primera vez se quedo callada ¿casualidad?
Ella, como yo, nos callamos en frente del amor.



Lo peor del amor cuando termina
son las habitaciones ventiladas,
el puré de reproches con sardinas,
las golondrinas muertas en la almohada.

Lo malo del después son los despojos
que embalsaman al humo de los sueños,
los teléfonos que hablan con los ojos,
el sístole sin diástole sin dueño.

Lo más ingrato es encalar la casa,
remendar las virtudes veniales,
condenar a la hoquera los archivos.

Lo peor del amor es cuando pasa,
cuando al punto final de los finales
no le quedan dos puntos suspensivos…

(Joaquin Sabina)

1 comentario:

Anónimo dijo...

con este me mataste, jjajajaja.