domingo, 27 de abril de 2008

Crónica de un deseo

Porque sin duda desear es mucho más lindo que pedir.
Y los pedidos son más lindos que los mandatos. Porque llevan consigo el “por favor” y varias marcas del deseo.
De eso se han tratado mis últimas horas.
De cuantas cosas que deseamos y no decimos. Y aparecen los silencios, con los silencios las distancias, y en las distancias no hay más que necesidades: un abrazo, un beso, una palabra.
Tuve que preguntarme por el ruidito armónico de algunos recuerdos. Y tras la pregunta, vino el juego de las confesiones en toda la fila de ventanitas naranjas.
Tenía que decírselo a todos, y a cada uno (la suma de las partes, etcétera, etcétera)
¿Qué quería decir antes de desaparecer? Un poco de todo, aunque no haya moralejas.
Sí, la princesa lo cantó. A veces hay que decirlo. Aunque yo siempre elija las acciones como soberanas de comunicación, me gustan las palabras.
Tangente 1: ¿Por qué crónica de un deseo? Si. Por todo ayer.
Por los 13 renglones anteriores.
Pero también, porque esta crónica empezó en una parada de colectivo, por un pedido.
Últimamente hay algo diferente en mis manos, como si un poco de mis pies también estuviera ahora en mis dedos.
No sé si se trata de pensar un poco más que antes. A lo mejor, simplemente se trata del mucho mundo.
Todo alrededor, de un tiempo a esta parte, merece tener registro.
Cada cosa que siento, que veo, que me pasa, que existe.
Siempre creí que no se podía escribir bajo un pedido. Que la inspiración llegaba, siempre sola, como si las musas no pudieran imponerse, y mucho menos inventarse.
Tangente 2: Creo haber usado inconscientemente sus estrategias para sentarse en el colectivo.
Estaba escribiendo en el primer asiento, hasta que subió una señora mayor, a la que no dudé en darle el asiento.
Imposible seguir escribiendo parada.
¿dónde estoy ahora? En la última fila de asientos, comodísima, con el sol en el pelo. Funciona.
Media tangente: Mi subjetividad lo nombró. ¿cuántas veces ya? (la plaza inventada de día no es tan linda) Pero ya no me hago preguntas, ya no tengo ganas.
Hoy me siento simple, nos siento simples y así nomás me acomodo.
Es claro que la presencia repetida últimamente en mis renglones es directamente proporcional a su presencia en mi vida. Y ahora, con eso y una mirada, basta.
Tangente 3 y ½: Me tocó la ventanilla, el aire me despierta. Tengo un chocolate en el morral y ganas de ir cantando desde ahora.
La crónica de un viaje en el 71, es la crónica de un deseo, o muchos.
Indudablemente, desear es viajar

Angie 26-4-08
13:00hs

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